1876 La Telefonia
En 1876 aparecer el segundo concepto de los que constituyen la Telecomunicación: la Telefonía. Su nacimiento fue fortuito; cuando A.G. Bell trabajaba en el desarrollo de un nuevo sistema múltiplex de transmisión de telegramas por un mismo hilo, mediante vibradores, observó que estos transmitían las palabras que pronunciaba. Y, curiosamente, habiendo sido fortuito, se presentó otra patente el 14 de febrero de 1876, con una diferencia de unas horas, por parte de Elisha Gray.
Competencia Telegrafo
Por extraño que hoy parezca, la aparición del teléfono no produjo impacto y su desarrollo fue mucho más lento que el de los otros sistemas.. En 1876, las necesidades de comunicación de la sociedad acababan de ser cubiertas por el telégrafo de una forma espectacular. Además el tipo de información a que se estaba acostumbrado desde la antigüedad era la escritura; y el se interpreta como un juguete o un signo de refinamiento. Así como, en el servicio interurbano, el teléfono tardó más de tres cuartos de siglo en competir con el telégrafo, en el servicio urbano encontró un campo de aplicación inédito. Con la industrialización había aumentado el tamaño de las ciudades y, para las relaciones comerciales ahora más frecuentes, el telégrafo no era adecuado ya que había que desplazarse para expedir el telegrama, mientras que, por otra parte, en distancias cortas las líneas telefónicas no presentaban problemas.
Conmutacion Manual
Por tanto, la primera aplicación del teléfono es el servicio urbano, extendiéndose de las grandes ciudades a las de cualquier tamaño. Esta aplicación confiere un carácter propio a la telefonía, diferente de la telegrafía y que se aparta de los problemas de transmisión eléctrica que les emparentaban desde su nacimiento. La dificultad no estaba en la transmisión de señales eléctricas y en la capacidad de las líneas para ello, sino en permitir la conexión o conmutación entre todos los usuarios que, en vez de ser expedidores circunstanciales de un mensaje, como es el telegrama, disponen permanentemente de una estación telefónica para lo que deben estar "abonados" al servicio de la Compañía correspondiente.
Para ello las Compañías Telefónicas adoptaron cuadros de conmutación o “centralitas” , que disponían de “jacks” de terminación de los circuitos de cada uno de los abonados y de cordones con clavijas para su interconexión. Estos cuadros estaban atendidos por Operadoras, figura femenina fundamental en la Historia de la Telefonía.
Cualquiera que sea el dispositivo que se utilice para interconectar a los usuarios, es necesario algún procedimiento que identifique al que llama, cuando se actúe el timbre en el cuadro. Se recurrió a un pequeño electroimán, cuya armadura desprendía una pequeña placa que avisaba al operador. Este tenía que volver a colocarla manualmente, lo mismo que tenía que intercalarse en la conversación, preguntando ¿terminaron?, para retirar las clavijas.
A fin de mejorar la eficacia de la transmisión comenzaron a utilizarse micrófonos de carbón que necesitaban la energía de una pila para su alimentación. Esto obligaba a una periódica y onerosa reposición de estos elementos. Además se precisaba de una corriente intensa para señalizar en la centralita el inicio de una comunicación lo que llevó a equipar un generador de corriente alterna (magneto) accionado por una manivela. Esto no sólo dio lugar a un cambio en la estética de los aparatos telefónicos, sino también en su peso y precio.
Para sustituir a estos sistemas que utilizaban una pila seca y una magneto en el propio aparato del usuario, y que se denominaban de "batería local", Hayes propuso en 1892, en los Estados Unidos, el sistema de "batería central", en el que se alimenta a todos los aparatos desde la central de la que dependen. La señal de llamada a la operadora se realizaba ya mediante el cierre del bucle de abonado al descolgar el auricular. A pesar de sus evidentes ventajas, de todo tipo, tardó bastante tiempo en ser adoptado por las compañías telefónicas. Como consecuencia volvió a cambiar, simplificándose, el aspecto de los aparatos telefónicos.
Se Inicia la Conmutacion Automatica
A medida que aumentaba el número de usuarios o abonados al servicio telefónico, fue necesario agruparlos geográficamente en varias centrales y establecer enlaces entre éstas para conectar a cualquier abonado con cualquier otro. Por tanto, la identificación de éstos se realizaba mediante el nombre de la central de la que dependían y el número que les correspondía dentro de ella. La complicación en atender a gran número de abonados, teniendo que intervenir más de una operadora, hizo que se desarrollasen los sistemas de conmutación mecánicos, actuados por los propios abonados, por lo que se adoptó la denominación de "automático". No obstante, el origen o invento de estos dispositivos parece ser que fue anecdótico, y se atribuye a Strowger, dueño de una funeraria, que se consideraba perjudicado porque la operadora de la central telefónica conectaba a los peticionarios de servicios fúnebres con el establecimiento de la competidora local.
Aunque la patente del sistema Strowger es de 1889, no se difundieron los sistemas de conmutación automática hasta la segunda década de este siglo. Su implantación supuso una cierta convulsión, no sólo desde el punto de vista sociológico, sino también desde el tecnológico, ya que hubo que dotar a los aparatos telefónicos de un dispositivo con el que identificar al abonado con el que se quería comunicar y que ese dispositivo accionara los órganos del equipo de conmutación automática. No cabe duda de que la colocación de este dispositivo volvió a afectar a la estética de los teléfonos. El sistema Strowger utilizó como dispositivo el disco giratorio con diez dígitos, que todos conocemos, el que mediante una rueda dentada envía al equipo automático series de impulsos eléctricos de igual número que las cifras que "marca" el usuario.
PUPIN
A medida que iba creciendo el número de abonados al servicio telefónico, especialmente en las grandes ciudades, se fue creando un hábito de uso, diferente al del telégrafo y, por tanto, fue surgiendo la necesidad de establecer comunicaciones interurbanas. Para estas conexiones, el número y la calidad de las líneas de transmisión debía de ser mayor que para el tráfico telegráfico y, por tanto, fue preciso construir nuevas líneas. No fue fácil esta tarea, no por razones técnicas, sino por la diversidad de Compañías que explotaban el servicio telefónico en cada una de las poblaciones, utilizando materiales e instalaciones con diferentes características.
Igual que se hacia en el servicio telegráfico, en un principio se utilizaron líneas aéreas de hilo desnudo, lo que dio lugar, sobre todo a la entrada de las grandes ciudades, a verdaderas marañas de hilos que cubrían las calles. Alrededor de 1910 esta situación aconsejó el uso de cables subterráneos, como había previsto el Dr. Salvá. En estos cables el aislamiento de los hilos entre sí estaba constituido por el espacio de aire que conseguía una cinta de papel enrollada sobre cada conductor y un tubo de plomo constituía la cubierta del conjunto. Las características eléctricas de estos cables sólo permitían su empleo en distancias cortas, como la entrada a las ciudades, pero no las líneas interurbanas. En 1893 Heaviside estudió el procedimiento de resolver este problema, pero no se encontró el método práctico hasta 1899 en que Pupin utilizó bobinas de carga con núcleo de aire. Durante la primera década del siglo se fue extendiendo el empleo de cables cargados en los enlaces interurbanos y, posteriormente, hasta casi el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, se siguieron desarrollando avances en los materiales utilizados como núcleos de las bobinas y en la técnica de equilibrado de las características de los diversos tramos de cable, utilizando capacidades para igualarlas.
Circuitos Fantasma
A pesar de que el tráfico interurbano no era muy grande, enseguida se echaran en falta más circuitos de enlace entre poblaciones. De la misma forma que había ocurrido con la telegrafía, se desarrollaron equipos que permitieran transmitir más de una conferencia por un mismo par de hilos de enlace. Se inició con la aplicación de transformadores de relación la unidad, denominados bobinas híbridas, que permitían obtener un canal suplementario utilizando los mismos hilos o conductores de otros dos canales, a ese tercero que no disponía de conductores propios se le denominaba "fantasma" como referencia a su no existencia física e, incluso, era posible un "superfantasma"; como consecuencia las propias bobinas recibieron la denominación de "fantasmas".